Fue aquella misma tarde primaveral en aquel mismo banco de la misma plaza que descubrí esa patética imagen junto a mi zapato izquierdo:la de una abeja.Ni mas ni menos que una abeja,algo tan insólito en ese masacote de cemento,una abeja,una sola abeja,libando frenéticamente de unas miserables florecillas caídas de un árbol, flores pequeñisimas,arrugadas,muchas de ellas pisoteadas,dificilmente discernibles entre el pedregullo.La abeja extraía todo el néctar posible,si lo habia,de una flor,y pasaba con ansioso frenesí a otra,que muchas veces debía acomodar o intentar desarrugar,o finalmente descartar por imposible y seguir buscando.¿Dónde estaria el enjambre,si lo habia?.¿Habria un panal en algún lado?
¿A cuantos kilómetros?.
En esta inmensa y extraña ciudad, esa tarde, no pude mas que identificarme con esa abeja.
Ese pobre ser intentando sobrevivir entre el asfalto y el cemento...patética imagen de lo que a veces llegamos a ser...
ResponderEliminarMuy buena metáfora.
Un abrazo.
P.D
deberíamos sembrar más flores para esas abejas!
Últimamente, Yonky, no mato ni una mosca, lo juro, desde el día en que salvé una avispa que se ahogaba en el oceano de una piscina. Bella reflexión sobre LA VIDA, podría ser una hormiga tu abeja. Delicada y profunda reflexión sobre la fragilidad de la abeja y la nuestra!Salves!
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