Otra vez sábado,otra vez tangueria.Otra vez el momento sublime de esperar pacientemente la presa que servirá de alimento a esta pasión.
Tu bien sabes viejo camaleón que ese atuendo es parte del ritual,por eso te acomodas el pañuelo de seda al cuello,relojeas el lustre de tus zapatos recién labrados.En ningun momento,mientras tanto,descuidas los contornos femeninos en la pista.
Cuando la encuentras,cede ella impávida ante tus encantos.Frágil al principio, palpas palmo a palmo su textura para ir construyendo la solidez necesaria del primer acorde.
Y ahí van,amalgamados,contorneandose en rítmicos movimientos entre el vaho de sudores y la penumbra de luces rojas.Firme el talón que le da impulso al despegue, dúctil el tendón que dirige en arqueo al pie sobre el piso.
No hay muslo que no encuentre su hueco.No hay coyuntura que no se rinda a la atraccion.No hay jadeo que no sostenga la junción.
Y en el final,cuando culmina el último soplido de fuelle,tù,caballero,quitas la flor del ojal y se la brindas a la dama para robar una nueva sonrisa a èsta noche.
Me acompaño con esta nueva sonoridad del tango,por lo demàs,todo sigue igual.
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