viernes, 5 de marzo de 2010

SABADOS LITERARIOS DE MERCEDES:"Perdido en la gran ciudad"














Estoy aquí en una mesa de bar céntrico junto a la ventana,vuelvo a mi ciudad luego de 20 años ejerciendo el magisterio en escuelas rurales del interior del país como opción de vocación y escape.

A semanas de recorrer nuevamente la megalopolis no defino aun si aceptar la dirección de esta escuela que me han ofrecido aquí. A través de éste vidrio como antes,se aprecia mejor como de los caminos de ese cemento salen,extenuados, hombres y mujeres que vendieron un día mas de su tiempo a sus obligaciones laborales.Vivieron un día mas sin vivirlo,y repondrán fuerzas,ahora,para vivir mañana un día que tampoco será vivido,a menos que se fuguen,-como lo hacia yo antes, a esta hora-hacia el aturdimiento de la bebida,para hallarse mas desamparados aun,mas tristes,mas fatigados en el próximo día.
Salgo,como he adquirido la costumbre de andar al ritmo de mi respiración,me asombro al descubrir que los hombres que me rodean,van,vienen,se cruzan,sobre la ancha acera llevando un ritmo ajeno a sus voluntades orgánicas,como no logro ajustarme ya a las leyes de este movimiento colectivo,opto por progresar lentamente,pegado a las vitrinas,ya que a lo largo de los comercios hay algo así como una zona de indulgencia para los ancianos,los inválidos y los que no tienen prisa.Estoy ya a cuadras del teatro para sacar un boleto,algo que me era posible acceder solo hace mucho tiempo atrás, y aunque esto me da un respiro,es imposible discernir cuantos de ellos necesitaré para acomodarme nuevamente al lugar.Lástima,casi nada ha cambiado,la calesita sigue girando de la misma manera,tal vez aùn,mas acelerada.




"La cruda realidad de respirar hollin,de llorar alquitran"
parte de la letra que acompaña hoy esta entrada.

17 comentarios:

  1. Cuando uno se aleja del lugar en que nació y vivió, y regresa luego de muchos años, es fácil sentirse extraño, ajeno a esa realidad que siguió modificándose durante nuestra ausencia. Pero, por suerte, siempre hay algún detalle que desata el reencuentro.


    un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Dura historia que es reflejo, mal que nos pese, de la realidad cotidiana de muchos. "Vivieron un día más sin vivirlo", cuantas veces pensamos eso en la monotonía del trabajo diario. Por suerte tenemos la capacidad de plasmarlo por escrito, y ese es nuestro escape, mucho mejor que el "aturdimiento de la bebida".
    Me ha gustado.

    ResponderEliminar
  3. Vivir siempre a la carrera, cada vez más rápido. Es otro de los temas estrella del sábado: la vorágime de la magalopolís. El reencuentro de una ciudad.

    Gracias por compatir este relato.

    ResponderEliminar
  4. Como comenté en otra entrada, yo soy de las que corre de aquí a allá, sin saber el por qué. Te dejas arrastrar por la gente en la ciudad. Pero aún así la prefiero a irme a la soledad del campo.
    Un beso, me ha gustado mucho tu relato

    ResponderEliminar
  5. Las prisas de la vida, que siempre nos llevan algún desastre.
    Parece que se nos va la vida en el siguiente segundo; corremos para hacer lo máximo posible en ese tiempo, pero no nos damos cuenta que nos estamos quemando...
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Después de tantos años fuera de nuestra ciudad, debe de costar adaptarse de nuevo. Cambia la ciudad y cambias tú. Las reflexiones de tu protagonista es la misma que nos podemos hacer muchos de nosotros en ese momento.
    Una historia con mucha poesía.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  7. Buen relato. Me he trasportado contigo al interior de ese ser que se debate entre lo que dejó y lo que ha escogido. Magnifico sinvivir.
    Un besao y enhorabuena

    ResponderEliminar
  8. El meticuloso órden del hormiguero... la prisa para no encontrarse nunca.
    El recuerdo y la realidad, cada vez mas lejos.
    Un beso

    ResponderEliminar
  9. El ritmo, el pulso de una población es variable.
    Muchas ciudades en veinte años han doblado su población, han mudado costumbres, camuflado antiguos barrios, remozado edificios que olvidaron su antigua función.
    Por suerte, si rastreamos, podemos encontrar algún vestigio guardado en el recuerdo.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  10. Yonky, acabo de volver de la gran ciudad donde nací, voy de tanto en cuando, y me aturde, me aprieta, me pierdo, al menos antes de tomarle el puso que fue mío en cada calle. Entonces lo saboreo antes de volver a otra clase de ciudad más pequeña, montañosa, pero repleta de gentes con idénticas prisas y desganadas por conocerse.
    No es la medida, es el modo de hacer y vivir las ciudades, incluso los pueblos, en los que a veces se conoce demasiado al vecino y se señala antes al distinto. No está hecha la ciudad para el viejo de rumbo perdido que regresa, ni para el desvalido, ni para el fragil o la despistada. Se actua, se anda, se hace, !ya! lo que sea.
    Buena reflexión, señalas en la inmensidad al ser humano y lo vemos, ahora. Gracias, un bso.

    ResponderEliminar
  11. En las grandes ciudades el ritmo de la rutina te va envolviendo, todos corremos detrás de no sé que cosa y lo peor es que casi ni nos damos cuenta. Cuando uno se muda a otro lugar mas chico, deja la alienación y se acostumbra a vivir mas relajado es muy difícil volver a la locura anterior. Diría que casi imposible.
    un saludo

    ResponderEliminar
  12. "gustavo en micro" http://callejamoran.blogspot.com
    Gustavo lidera a partir de ahora mismo, mi convocatoria literaria.
    "¡Este jueves, un relato!" ya se trata, en consecuencia de un asunto exclusivamente suyo.
    El cuenta por lo tanto, con mi total respaldo y mi agradecimiento.


    Tésalo

    ResponderEliminar
  13. amigo, coterráneo... somos ricos si tenemos tiempo para disponer de él... verdad? y a veces en lugares que se nos antojan populosos y alboratados como la capital, a cierta altura de la vida, sentimos que necesitamos ese lugar que nos vio partir "en busca de la vida"... justamente para reencontrarnos con ella, con el disfrute de las horas sin correr agotandolas, extinguiendolas.
    Siempre leyendote encuentro mucho de mi, de aquí, y más con esa música que me hace sentir en casa.
    Besotes.

    ResponderEliminar
  14. Hola Yonky
    La ciudad siempre tiene un ritmo vertiginoso, pero los que somos urbanos adoramos ese ritmo aunque de vez encuando necesitemos de la tranquilidad que nos ofrece la zona rural.
    Un beso de Mar

    ResponderEliminar
  15. Un carril "bici" para los que no tienen prisa, para los perdidos y así, poder reencontrarse, ver la ciudad con ojos urbanos y jugar sus reglas, y perder, siempre perder.

    La indulgencia, en la gran ciudad no tiene acomodo.

    Buen relato y fácil elección, luego, es la vida la que nos obliga a elegir.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  16. Bonita descripción, me ha gustado lo del carril para las gentes sin prisas pegado a los escaparates, las ventajas de la gran ciudad no parecen convencer a este maestro, el no vivir viviendo es complicado aceptar cuando vienes de vivir a secas, miles de besosssssssss.

    ResponderEliminar
  17. " Salgo,como he adquirido la costumbre de andar al ritmo de mi respiración,me asombro al descubrir que los hombres que me rodean,van,vienen,se cruzan,sobre la ancha acera llevando un ritmo ajeno a sus voluntades orgánicas,como no logro ajustarme ya a las leyes de este movimiento colectivo,opto por progresar lentamente,pegado a las vitrinas,ya que a lo largo de los comercios hay algo así como una zona de indulgencia para los ancianos,los inválidos y los que no tienen prisa"
    esta frase, y0nky
    para mi al men0s, nien vale llegar c0n retras0 a este sabad0 tuy0...bien vale haber leid0 el sabad0 de cass y alfred0
    medi0 bes0.

    ResponderEliminar